lunes, 17 de noviembre de 2008

ENTERENSE DE LAS PIRAMIDES ESTO ES A LO QUE YO LLAMO IGNORANCIA ECONOMICA (tomado del espectador)

Codicia + estupidez = pirámides

Por: Mauricio Botero Caicedo
Las pirámides captadoras de dinero muy probablemente son más antiguas que las pirámides egipcias. La razón es muy sencilla: la codicia y la estupidez se remontan a tiempos inmemorables y el cimiento de toda pirámide es la combinación de ambas.

La versión moderna de la pirámide tuvo su inicio con el norteamericano de origen italiano Charles Ponzi y su fórmula es esencialmente la misma: ofrecer, sobre los recursos captados, rendimientos extraordinarios. El anzuelo que pican los codiciosos son tasas de interés generalmente por encima del 10 por ciento mensual. Los primeros que muerden son los únicos que tienen alguna posibilidad de recuperar sus denarios; los que entran al final, pierden hasta el último centavo. Al no existir ninguna actividad económica real que respalde los supuestos beneficios, el desmoronamiento de las pirámides es inevitable.

Hay un aforismo sajón que reza que el necio y su dinero pronto parten camino. La pregunta es si el Estado debe gastar el dinero de los contribuyentes evitando que los necios se separen voluntariamente de su dinero. La presidenta de la Asociación Bancaria, María Mercedes Cuéllar, dice que “es necesario que se adopten medidas específicas para detener las pirámides que hoy están en actividad, pero sobre todo para prevenir su reaparición en el futuro y minimizar los costos sociales que éstas provocan”.

Quisiera disentir de manera respetuosa de mi amiga María Mercedes: las pirámides no se acaban por decreto, porque la codicia y la estupidez están en el código genético de los humanos, código que hasta la fecha ningún gobierno se ha atrevido a derogar. El pretender que con nuevas leyes van a desaparecer las pirámides no es realista. Adicionalmente hay algo de justicia divina en que los codiciosos pierdan su platica. Otra cosa son los pícaros que arman estas pirámides: más que la Policía, quien tiene el deber de caerles es la DIAN para recuperar para la sociedad parte de las pingües utilidades que les han arrebatado a los incautos.

Tanto la banca como las autoridades se encuentran alarmadas por la proliferación de las pirámides y los agiotistas. Pero la realidad es que ambos fenómenos son alimentados por la pobre cobertura de la banca colombiana y una regulación financiera arcaica y obsoleta que no se ajusta a los enormes cambios en los vehículos e instrumentos financieros que se están gestando a nivel mundial. Como bien lo señala un titular de prensa: “Las pirámides y los agiotistas florecen en las zonas grises de la banca”.

Pero la responsabilidad no es de la banca y las entidades financieras, sino del entorno regulatorio colombiano que, en vez de fomentar la sana y vigorosa competencia entre los bancos y las otras entidades financieras y de propiciar condiciones competitivas tanto para los ahorradores como para los acreedores, lo único que hace y ha hecho es crear dificultades y obstáculos para acceder al crédito bancario y propiciar las condiciones de oligopolio que permiten que a los ahorradores se les pague una miseria por sus ahorros, mientras que los acreedores les cobran intereses generalmente por encima del 30% efectivo anual.

A nivel mundial se han desarrollado modernas e innovadoras entidades financieras y crediticias como los gigantes virtuales asiáticos que manejan sus operaciones por medio de comunicaciones inalámbricas, especialmente los celulares. Para modernizar el sector y morigerar la proliferación de las pirámides y los agiotistas, cuyo caldo de cultivo es la falta de dinamismo del sector formal, es necesaria una reforma integral a la normatividad financiera vigente.

  • Mauricio Botero Caicedo

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